Tenía la naricilla respingona, y era menuda.
¡Cómo le gustaba correr por la arena !
Y se metía en el agua,
y nunca se asustaba.
Flotaba allí como si aquél hubiera sido siempre
su natural elemento.
Como si las olas la hubieran acercado a la orilla,
trayéndola desde lejos inocente en la espumera,
con ojos abiertos bajo la luz.
Rodaba luego con la onda sobre la arena
y se reía, risa de niña
en la risa del mar,
y se ponía de pie, mojada, pequeñísima,
como en préstamo de las olas.
¿Te acuerdas ?
Cuéntame lo que hay allí en el fondo del mar.
Dime, dime, yo le pedía.
No recordaba nada.
Y riendo se metia otra vez en el agua,
y se tendía sumisamente sobre las olas.
Vicente Aleixandre
Publié
par
Audrey
Le mardi 29 mai
2007
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